sábado, 12 de noviembre de 2005

verde que te quiero verde...

Desde El Salvador, el "pulgarcito" tan querido por los españoles, nos comentan que están importando desde el Sur de Estados Unidos un porcentaje importante de los 500.000 coches que el huracán Katrina destrozó a su paso por Nueva Orleáns. Las siempre altruistas compañías de seguros salvadoreñas temen que estos vehículos llenos de electrónica obsoleta provoquen la consolidación del liderazgo de El Salvador dentro de las elevadas tasas de accidentalidad vial en el hemisferio latinoamericano.

Desde luego, esta ambiciosa forma de transferencia de tecnologías no es un fenómeno nuevo: Hace un mes, la organización Basel Action Network denunció en un amplio informe que el 75% del material informático "donado" por el Norte al Sur consiste en residuos tóxicos, que, en su mayoría, acaban en Nigeria o Pakistán, países internacionalmente reconocidos por sus modernos y profesionales sistemas de reciclaje.

Frente a estos negocios tan sofisticados, en España se mantiene, por medio del uso desenfrenado de bolsas de plástico y cubiertos desechables, una cultura generalizada de maltrato al medio ambiente. Tanto es así que ni siquiera el código de conducta de la CONGDE recoge mecanismos concretos para la protección del medio ambiente. Es decir, no existe una guía de gestión sostenible de las oficinas de la solidaridad o un posicionamiento sobre los muchos viajes de avión que realizamos los profesionales alrededor del globo (y también para asistir a alguna reunión importante en Madrid o La Coruña).

En otras palabras, los conceptos ecologistas más básicos todavía están en cuarentena - a pesar de que la protección del medio ambiente representa una "prioridad transversal" de todas las políticas de cooperación a nivel estatal y descentralizado. Una pequeña encuesta ad hoc entre profesionales del sector demuestra p.ej. que casi todas las ONGD españolas casi siempre presentan sus propuestas e informes en papel blanqueado con cloro - salvo muy contadas excepciones que utilizan papel reciclado. Y no hablemos de las publicaciones brillantes, de colorines y con letra arial tamaño 14 con las que nos suele obsequiar la AECI o la Fundación Luis Vives.

Respecto a las actividades en los PVD, intuimos que España exporta tanto afán de conservación del medio ambiente que ya no le queda apenas para Castilla: Los proyectos tienen, según la información disponible, casi siempre un impacto ecológico neutro o positivo, a pesar de que se distribuyan fitosanitarios por doquier, se adquieran coches 4x4 y se hagan 4 viajes de seguimiento al año.

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