martes, 15 de noviembre de 2005

sensibles, educados y domesticados

La educación para el desarrollo, también llamada sensibilización de la opinión pública, constituye un capítulo algo gris dentro de la cooperación al desarrollo española, ya que muchas veces la primera se encuentra desvinculada en contenidos, dirección y recursos de la segunda.

La sensibilización de la población española se subvenciona en líneas de financiación específicas y su ejecución recae en manos de departamentos y consultoras dedicados a este fin. Es decir, estos agentes organizan e implementan sus propias campañas, muchas veces, más en beneficio propio (de la ONGD y su imagen) que en pro del "pobre".

Las campañas del 0,7, ya adormecidas en la época del talante, son un ejemplo interesante. El aumento de la ayuda oficial al desarrollo (AOD) aparece como una causa justa y urgente, especialmente con el impacto visual del niño desnutrido. No obstante, entre los principales beneficiarios del ahora prometido 0,5% están las ONGD, cuyos proyectos y programas siempre conllevan gastos administrativos de 8% a 10%, además de los viajes de seguimiento y evaluación, el envío de expatriado y expertos, etc. Adicionalmente y como veremos en un post que se publicará en breve, la AOD española, en términos actuales, no suele llegar a los países que el PNUD define como de bajo desarrollo humano: estos lugares tan lejanos marcados por la desnutrición, el SIDA y las poblaciones desplazadas, como son Niger o Burkina Faso.

En el caso de las campañas de concienciación pública, es obvio que los fondos dedicados a las mismas se gastan en su totalidad en España y muy pocas veces constituyen un apoyo directo en la lucha contra la pobreza. En realidad, su principal impacto es la difusión de la imagen de las ONGD y la creación de puestos de trabajo que suelen ser bastante precarios. No obstante, el beneficio más importante de las campañas subvencionadas por el Estado se encuentra a nivel político: la domesticación tanto de las ONGD como del discurso sobre la lucha contra la desigualdad, la explotación y el hambre en el mundo. En otras palabras, muy pocas iniciativas podrían contar con fondos estatales si tuvieran como fin explicar a la opinión pública española que los Objetivos del Milenio son un espejismo; o dar a conocer cual es el porcentaje de la AOD que nunca llega al destino; o "descubrir" la relación entre la cooperación con América Latina y las relaciones comerciales y de inversión española directa en esta región (por cierto, otro ejemplo muy elocuente: Guinea Ecuatorial).

Mientras tanto, la CONGDE se preocupa por la amplia participación de los créditos FAD en los presupuestos estatales de cooperación - sabiendo que cada millón de Euros invertidos en los créditos FAD representa potencialmente un millón (de hecho, cerca de un cuarto de millón) de Euros menos en el volumen global manejado por las ONGD.

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